Los nervios comienzan a aflorar desde el momento en el que visualizas la posibilidad de entrar en un taller de empleo, la preinscripción, la recepción de la carta, la reunión inicial, el examen, comprobar que has sido seleccionado para acudir a una entrevista personal… son muchos días de dormir mal, poco y con muchos nervios.
Una vez que te llaman para indicarte que has entrado, todo es emoción, además de una falsa tranquilidad, pues ahora es cuando comienza todo: conocer al resto de los compañeros, pues es un año, y una parte muy importante de la experiencia, pues vamos a formar un equipo durante ese año, conocer a las docentes, el nerviosismo de todo aquello que sabes que necesitas aprender…
Esta primera semana, ha sido una semana llena de esperanza y de objetivos cumplidos. El anterior grupo acaba de despedirse, y ya nos han confirmado un 70% de colocación, tras la noticia, seguimos enfrascados en aprender aún más acerca de la evolución de la Ley de Dependencia. No, perdón, Ley de Promoción de la Autonomía personal y Atención a las personas en situación de dependencia. Entre otras cosas que sabemos que tenemos que aprender, es el dichoso nombre de esa ley 39/2006, cuyo nombre dice mucho, pero no todo. Escondiendo dentro de sí multitud de servicios, aunque no tantos como nombres para las distintas laceraciones, tumores, abrasiones… que podemos encontrar en la piel como patología o síntoma de una enfermedad más grave. Unos se van, otros comenzamos, el ciclo continuo.
Jueves, primera hora de la mañana, el despertador todavía no ha sonado, faltan dos minutos para que lo haga y sonrío. Tras una semana, esta nueva etapa en mi vida ya ha comenzado a calar, para siempre.
El primer dia fue emocionante, encontrarte con personas que no conoces y con las que vamos a trabajar durante un año intensamente los primeros meses, despierta en mi una enorme curiosidad…. al final sabremos como resulta …..lo que está claro es que es una experiencia nueva y nunca hecha…asi que la incógnita se alarga hasta el 7 de febrero de 2020.